Llego a Palamós, el Palamós de siempre, y acudo a mi ineludible cita con la subasta del pescado en la lonja del puerto de pescadores, por lo menos una vez al mes, a menudo dos o más. Recibo el fogonazo cromático carmesí de las cajas rebosantes de Gambas de Palamós, que exhiben la máxima categoría gastronómica en productos de proximidad, garantía de origen y kilómetro 0, aunque no logran eclipsar sino enaltecer la variedad y riqueza del resto de las capturas que la flota pesquera de la villa consigue desde tiempo inmemorial